domingo, 25 de agosto de 2013

Un viaje por la vida de Julio Polar

“Yo duermo con mi revolver bajo la almohada. El día en que me sienta inútil me pego un tiro. Y si no puedo hacerlo, me tiro debajo de un carro…”

Una risa nerviosa se apodera de él luego de haber proferido aquella frase, sabe que esta solo y no puede depender de nadie.

Es irónico, de fondo musical tenemos aquel bolero que nos remonta a épocas de antaño, tan suspicaz y entonadora: “En el juego de la vida…”. Se vincula tanto al tema en cuestión, aquella parte de su vida que no todos conocen, que parece sacada de novela. Nuestro personaje reflexiona un poco, frunce el ceño y refiere: “Cuando estoy mal y solo, me quedo en casa hasta que sane… es un metabolismo de la vida”. A pesar de tener familia, se empecina en ser independiente. No quiere ser una carga más.

Y continúa diciendo “yo tengo mucha fe en mi organismo, si me deprimo me bajan las defensas” y en seguida se le dibuja un rostro de dolor, se toca el estómago y nos cuenta que hoy no ha comido, no quiere probar bocado hasta que todo le pase, según él son síntomas comunes y ya pronto se aliviará.

La cita quedo pactada en Quilca, ubicado en el centro de Lima. Se trataba de un restaurante, de aquellos en los que hay variedad de Menú y sólo eso. Rústico. Simple.
Boleros de antaño a todo volumen, mesas cuadradas con manteles de flores y frutas recrean un ambiente humilde y pequeño. Él espera en una de las mesas junto a dos amigos, Luís Rossell (caricaturista del Otorongo) y su novia.

Poco cabello, gris y desordenado, semejantes a los de Albert Einstein. Su nariz es gruesa y sus ojos pequeños. Por su rostro surcan las líneas que enmarcan el pasar de los años. Entre gestos y articulaciones asoman unos delgados dientes que contrastan entre amarillos y cremas. Puedo notar que hoy no se ha cruzado con una máquina de afeitar. Con las manos gruesas y rosadas, Julio Polar se presenta con entusiasmo y fervor. Presto a colaborar, ofrece tomar asiento y ahí es donde encontramos una marca en su mano. Una especie de llaga que enjuga parte de un pasado lleno de batallas, locuras y sorpresas.

A primera vista se le nota cansado pero con ganas de expresar todo lo que sabe. No ha almorzado y sin embargo se lanza a contar aquello que le sucedió durante su viaje hasta llegar a aquel restaurante, mientras que Lucho (Rossell) le pide un menú.

El Perú no va a cambiar, la gente no opina. Ahora que estábamos hablando en el carro, se retracta y tose haciendo ademán de su perspicacia,  yo hablaba por que nadie contestó, sobre la cuestión del censo aquí en Lima en donde nos citan a las ocho de la mañana y hasta las seis de la tarde tienes que esperar. Y nadie comenta, a nadie le interesa lo que pasa en el país. Nos tienen tan angustiados psicológicamente que en lo único que estamos pensando es en dónde conseguir plata.

En setenta y dos años nunca me habían asaltado y lo hicieron hace poco por mi casa, en Callao. Te asaltan los delincuentes, vas a la comisaría y la policía te asalta. Me encuentro con un teniente y le explico lo que me había pasado y me dice “¿a qué hora ha pasado?” a las once de la noche más o menos, y el policía me responde “¿y que hacía a esa hora por allá?”. Indignado, expresa su gesto de desconcierto rememorando aquella ocasión. Es escéptico y guarda fuertes argumentos para no creer en un cambio.  

Hace una pausa recordando que debe comer. El pescado está frío pero igual el hambre puede más. Por momentos tose y escupe algo que lo molesta. Menciona que son muchas espinas.

Coleccionista de historietas, amante de la literatura y el dibujo. Hizo su debut publicando historietas pornográficas a los nueve años. Todo empezó cuando un hombre vio sus primeros trazos. Le propuso darle material para que realice este tipo de dibujos (entre ellos se encontraban revistas pornográficas, anuncios, etc.) y éste, no dudó en aceptarla. La curiosidad de niño es muy grande y uno nunca mide las consecuencias, nos dejamos llevar por el momento y que todo suceda como venga.

Aprendió coleccionando historietas, buscando explicaciones de cada recuadro. Uno de los libros que le marcaron la vida fueron los de José María Vargas Vila. Los leía escondido. Luego se enteraría de que era un anarquista bolivariano. Era antimilitarista, anticlerical y detestaba a las mujeres. Lo admira.

Ha publicado poemas, poesía, caricaturas… se tomó la gentileza de llevarlas consigo para la entrevista. Se entusiasma al enseñar lo suyo, lee parte de su colección y lo hace con pasión, como si fuera una obra teatral en donde él se presenta como el único personaje principal.

Fue director de Boom, revista bimestral de historietas, humor y literatura cuya única publicación se dio en Abril de 1988. Como anécdota comenta que nunca hubo un primer número, publicaron de frente el segundo número haciendo creer al público que el primero se había agotado. Una especie de cábala que si bien es cierto conmocionó en parte a la gente que había adquirido esa revista, reclamando con fervor la primera parte. A pesar de ello, la piratería provocó que las ventas no surtieran tanto efecto, lo que provocó posteriormente la disolución de aquella revista.

Entre sus trabajos encontramos una historieta titulada UN KILO DE AMOR, en donde el personaje principal le reclama con fervor a la prostituta con quien mantiene relaciones que le diga una palabra de cariño. “dime que me amas”. Durante todo el relato se mantiene aquella discusión hasta que al final la mujer se cansa y se va, dejándolo sumido nuevamente en su soledad. Julio Polar indica que hubo un tiempo en el que él se encontraba así. En muchas ocasiones refleja su propia vida en sus trabajos. Y es por ello que cuando expone cada diálogo de una de sus historietas, lo realiza como un monólogo, ensaya un recital para nosotros pues aquello es importante, es más que una creación, es su vida.

Trató de matar 3 veces. 3 veces estuvo en la cárcel. Y ha sufrido de preinfarto 3 veces. Ya cruzó las puertas del manicomnio por seis meses y asegura estar feliz de que no lo hayan curado por completo. Hoy se encuentra solo. Hace 15 años que su vida se tornó solitaria. “No me gusta engancharme con la gente”, después se sufre. Por otro lado, concibe que una relación (de pareja) no puede durar más de 7 años, “el hombre es polígamos por naturaleza”, y además agrega una reflexión que fue adquirida durante la trayectoria de su vida: Una pareja de tantos años desarrolla sólo la ternura, comportamientos que adoptan las personas para no sentirse mal. Reflexiona un momento y con una tonada adiestradora refiere que sus afectos los maneja mejor ahora, la vida enseña.

“Le tengo miedo a las mujeres, por que mienten y yo no sé detectar eso. Yo no sé mentir, por eso que no me dedico a matar gente por que estoy seguro de que me entregaría”.

Cuando se trata de mujeres, su mirada se torna reflexiva. Sus sentimientos se contraponen. Por un lado afirma que nosotras somos más fuertes y valientes que los hombres pues estamos acostumbradas a ver sangre y el hecho de enfrentar un parto ya es suficiente para él, lo compara a sus dolores renales y asegura que es muy intenso, moriría al enfrentar un dolor peor a ese. Y agrega que las mujeres son menos tontas que los hombres por que son más realistas.

Odia a las madres, una de las razones principales fueron los maltratos que sufrió de  su madre y hermana cuando era pequeño. Y en cuanto a su padre refiere: “a él solo lo veía cuando me iba a pegar”.

Su niñez fue una de las partes más duras que pasó en su vida, a eso le debe ese pensamiento grotesco hacia las mujeres, sobretodo a las madres. Freud dice que el ser humano es asesino por naturaleza, un pensamiento que ha rondado en su mente por años, de aquí atribuimos el impulso que tuvo de querer matar a su madre cuando todavía era joven.

Yo creo que el ser humano nace podrido… la familia es la semilla, es la primera reproductora del sistema, sobretodo la madre. El padre casi nunca para en la casa, solo llega para renegar. Algunos padres son buenos, pero muy pocos; y las madres son - aquí tendría que reproducir el tonito de censurado – que se encargan de joderte la vida. Detesto eso. Lo que deberían de hacer las mujeres es parir y morirse de una vez. Es estúpido pensar que las mujeres digan que al parir se sientan realizadas. Mi mamá no tuvo ganas de tenerme, mi papá tampoco.

Postuló a un seminario para convertirse en un sacerdote pero tuvo malas experiencias. Para pasar la prueba, un sacerdote le propuso que tenía que dormir con él, pero no aceptó y pidió un cambio. Lo irónico es que con el siguiente sacerdote sucedió lo mismo y desde ahí se volvió ateo. Expresa su rechazo a la religión con un gesto de desilusión y asco. “Se cree más en la religión cuando más ignorante eres”.

En cuanto a su vida amorosa… debutó desde muy joven con las amigas de su madre. “Yo iba más que nada por la comida que me daban…”. Se preguntaba ¿por qué el engaño? Y llegó a la conclusión de que tanto el hombre como la mujer son desleales.

Tuvo dos hijos con su primera esposa, pero la relación con ella no era muy buena. Cuando fue a la cárcel no se acercó ni siquiera para saber cómo estaba y le atribuye a ella (refiriéndose a él) “para qué se mete en problemas”. Asegura que nunca le faltó al respeto, le fue fiel. “Lo primero que te enseñan a ti en un partido de izquierda es a ser honesto, leal” y con esa frase asegura ser leal a todo.

Sin embargo cuando le dijo que se había interesado en otra chica (se lo dijo antes de infringir en contra del matrimonio), obtuvo el divorcio. Luego se quedó con la chica de sus sueños, Fabiolita. Ella de quince y él pasaba los treinta. Fue un amor delicado y bonito, incluso está a punto de publicar ese lapso de su vida en una novela…  

Por esta relación también fui a  parar a la cárcel. La mamá de mis hijos fue la que me denunció, el cargo era el de seducción a menores.

Todo empezó una tarde de relajo. Yo estaba en mi casa atendiendo a mis hijos y mi esposa había salido. De pronto tocan a la puerta y cuando abro encuentro a la criatura más hermosa de este mundo. Vino a hablarme del evangelio, era cristiana. Yo la contemplaba mientras ella me explicaba, hasta que llegó el momento de la despedida. Ya la había dejado irse, pero yo sentía que quería volver a verla, por ello me eché a correr hasta alcanzarla. Le dije “eres muy bonita y la paso bien contigo, quiero volver a verte”. Ella aceptó con una sonrisa. Le pregunté cómo se llamaba y me dijo “Fabiola”.

Y así fue naciendo nuestra relación, era tan pura e inocente. Todos, tanto su familia como la mía estaban en contra. Por consiguiente me separé de mi esposa. Hubo un tiempo en el que nos mantuvieron alejados, su familia no la dejaba salir, hasta que un día me armé de valor, saqué el revólver y me fui directo a llevarla conmigo.

Ella colaboró al “secuestro” y me la llevé a mi apartamento. Luego llegó su familia y le puso un ultimátum, tenía que escoger entre ellos o yo. Y me eligió a mí. Puedo decir que fueron los quince años más maravillosos de esta vida. Pero sólo convivimos, en esa época los trámites de divorcio eran muy tediosos.

Le enseñé a leer libros de Marxismo, El Túnel, El Ruiseñor y La Rosa, etc. Nunca quiso militar en un partido. Se volvió atea.

Siempre la respeté. Una vez me llamó para decirme que no regresaría a la casa hasta el día siguiente debido a trabajos. No pasó mucho rato y tocaron la puerta. Se trataba de una amiga de Fabiola que no tenía dónde pasar la noche y ella le había dicho que valla a su casa. El hecho es que se bañó, se puso el pijama de Fabiolita y se acercó a mi cuarto. Luego se quiso desvestir pero yo le puse un pare. Había usado sus cosas y encima se atrevía a traicionarla. Le dije que si no se calmaba que no iba a pasar la noche ahí. La muchacha se sintió avergonzada y pensando que yo le iba a contar a Fabiola, se adelantó a los hechos. Ella no lo tomó de buena forma, eso marcaría nuestra separación.

Tiempo después se comprometió con un policía. El tipo era un desalmado por que le pegaba. Nosotros quedamos como amigos, pero yo la seguía amando.

Siempre la llamaba para saber cómo le iba. La última vez que lo hice ella estaba embarazada, sin embargo su marido le había golpeado el día anterior y se encontraba mal. Le dije que asistiera a un médico y que si quería, yo la acompañaba pero se negó pues quería evitar pleitos con su esposo. Pero me prometió que iría. Una hora después la llamé y seguía postrada en su cuarto pero dijo que ya estaba alistándose para salir. Confié en ella. Solo que cuando llamé por tercera vez para cerciorarme si había salido, ya no era la voz que anhelaba encontrar, me contestó otro de sus familiares y me comunicó que hacía poco que había fallecido. En ese instante yo también morí.

Envuelto en furia cogí el arma y me dirigí directo a la casa del policía ese para matarlo. Tuvo suerte de que no lo haya encontrado, de haberlo hecho le habría matado. Durante semanas fui a cobrarme venganza con ese sujeto pero nunca lo encontraba, así que abría la puerta con fuerza y destrozaba todo lo que encontraba a mi paso solo para atraparlo. Al final nunca pude hacerlo.

“Cuando alguien me daña, le doy por lo menos quince minutos. Si le doy veinte, ya esta demás, eso es un regalo”.

J. Polar se manifiesta con total seguridad, defiende sus ideas y a la vez va nombrando a autores que en parte han influido en sus pensamientos. Para él, la hipocresía es lo peor que puede existir.

Trabajaba con la confederación campesina del Perú, en la vanguardia revolucionaria durante el gobierno de Velasco. Protestaba con fervor durante sus años mozos y los metían a la cárcel, les pegaban, etc. Pero Julio siempre se mantenía firmen su posición.  
En los medios siempre han existido las restricciones. Tú no puedes publicar nada que este en contra de los intereses de los dueños de los medios, ni en contra de la publicidad que publica ahí, sea estatal o privada. Por eso a mi también terminan botándome siempre, o yo termino renunciando. Por que hay mucho maltrato, te coactan.
Hace poco estuve trabajando en el diario La Primera hace un mes y medio y no me pagaron ni un céntimo. Fui a presentar mi queja y me dijeron:
-    C. L.: “Julito aquí todavía no le pagan a nadie”.
-    J. P.: Pero yo no voy a trabajar pues gratis, ya tengo mes y medio, no me pagan y ¿qué como?
-    C. L.: Bueno yo no tengo nada que ver con administración
-    J. P.: Mira hasta que no me paguen, yo no trabajo.
Y contrataron a un dibujante que trabaja en Estados Unidos y dibuja gratis. En fin, si seguimos así, este país no va a progresar.

En el país hay una deficiencia tremenda. Una vez entrevistan a alumnos de un colegio de primaria y les preguntan:
-       ¿Quién es el presidente d Estados Unidos?
-       Nadie sabia
-       ¿quién es el presidente del Perú?
-       Se miran todos y uno de ellos en pregunta dice ¿Toledo?
-       ¿Cómo se llama su colegio?
-       Ricardo Palma
-       ¿y quién es Ricardo Palma?
-       El dueño del colegio.
Así de mal estamos. Yo no estoy en contra del SUTEP pero si en contra de los malos maestros. Si queremos hacer un cambio, debemos empezar desde la formación de los más chicos. La tecnología está incompleta y la información, bien sesgada. Ahora ya nadie se preocupa por investigar. “El problema no es que no sepa la gente, es que no quieren saber”. La educación que nos enseñan es repetitiva y memorística. “La mayoría elige a una minoría para que represente a esa minoría, siempre ha sucedido eso. Yo no elijo a un presidente para que me mande a los cachacos y me golpeen, me metan preso, me manipulen, etc.” Y con esto da rienda suelta a su queja contra la restricción de libertad de expresión. Se ganó problemas en el gobierno de Velasco y Fujimori por exponer sus ideas. “Hace años que yo no voto por nadie. En elecciones dibujo un pene, una rata o cualquier estupidez. Es que no creo en eso”.

“Hace falta un poco de locura en la gente para cambiar el mundo”

Y volviendo a lo anterior “No somos seres especiales, hay hasta cierto desprecio entre nosotros mismos. Yo hubiese sido cualquier cosa menos el ser humano. Es malo, hay que tenerle miedo”

Se lanza a una última reflexión, pensamiento que quizás lo ha ido descubriendo durante estos últimos años de soledad: “El ser humano necesita responsabilizarse de algo para vivir y tener un apoyo para hacerse sentir satisfacción”

Y cae en la conclusión de que él no la tiene, no tiene por quien ocuparse, no tiene por quién vivir.
Julio Polar y Luis Rossell

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